La necesidad de proteger el conocimiento
(Artículo publicado como columna de opinión en La Nueva España, 18/3/2017)
Las Bibliotecas Públicas destacan por
su cercanía al ciudadano como centros responsables de la promoción de la
cultura. Como estableció la Declaración de la IFLA (Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y
Bibliotecas) en 2013, forman parte de la sociedad, proporcionan acceso al
conocimiento, ofrecen oportunidades para todos y fortalecen el desarrollo de
las personas. No son sólo edificios que funcionan como
contenedores de libros, son también escenarios donde se programan actos que acercan
el conocimiento a la sociedad en cumplimiento de la Declaración de la IFLA. Es
una tarea ímproba y que no siempre agradecemos adecuadamente.
Desde
ese reconocimiento deseo señalar un hecho preocupante: la Biblioteca de
Asturias programa para este fin de semana un ciclo titulado "Física Cuántica y Espiritualidad"
("Coherencia y Unidad" e "Información y Plan Divino"),
organizado por la "Escuela
Internacional de la Rosacruz Áurea". El ponente afirma ser Licenciado
en Farmacia y "haber profundizado en
los campos de la cosmología, la neurobiología y la física cuántica".
Como
persona que ha "profundizado" en cosmología durante años, entiende
algo de física cuántica y conoce lo suficiente de neurobiología como para afirmar
no saber nada del tema, puedo asegurar que pocas personas en el mundo pueden
hablar con conocimiento de las tres áreas. La Universidad de Oviedo cuenta con
expertos en todas ellas que podrán confirmarlo y explicar que no hay conexión
ninguna entre física cuántica y espiritualidad ni entre teoría de la
información y planes divinos.
Estas
conferencias están en las antípodas de lo que debería ser el trabajo de una
Biblioteca Pública, y es difícil encajarlas en el marco de las actividades de
difusión de la cultura que le son propias. He contactado con la Directora de la
Biblioteca de Asturias, que me ha señalado que no considera conveniente "censurar" los contenidos
ofrecidos ya que la asociación organizadora tiene entidad legal. Cree que esta
oferta refleja el acceso al conocimiento, la pluralidad y la diversidad recogidas
en la Declaración de la IFLA.
Este
punto de vista me parece miope y peligroso, pues parece olvidar que la
Declaración habla también del papel responsable del bibliotecario ("intermediario de confianza", "guardián
cultural", "agente de desarrollo") en la selección y
protección del conocimiento. La mera constatación de que una asociación está
legalmente establecida no garantiza que su enseñanza o su doctrina cumplan con
los criterios de interés, importancia y vigencia esperables en los contenidos
ofrecidos por una Biblioteca.
Esa "censura" que la Dirección quiere
evitar debería ser, de hecho, una de sus principales tareas. A la hora de
ofrecer acceso al conocimiento es preciso reconocer que no todas las opiniones
son igualmente válidas, desde el momento en que unas están mejor informadas que
otras. Todos nos escandalizaríamos si un ciclo de conferencias explicara que el
Universo tiene sólo 6.000 años o que la Tierra es plana. Son opiniones mal
informadas que contradicen lo que prácticamente todos sabemos y por ello nos
parecen inaceptables.
Quisiera
que los responsables que tienen el deber de acercar la cultura a la ciudadanía
entendieran la necesidad de distinguir conocimiento y opinión, ciencia y
pseudociencia. Como dice una cita apócrifa: "Hay que tener la mente abierta, pero no
tanto como para que tu cerebro caiga al suelo."
Comentarios
Nunca para difundir pseudocienxua y superchería que provocan incultura y menor libertad de pensamiento